Entrenar y ejercitarse para estar en forma se ve reflejado en muchos aspectos del día a día. De este modo, no es necesario ser el mejor levantando pesas, o ser capaz de cruzar la meta el primero del pelotón. Disponer de una buena resistencia cardiovascular y una adecuada composición corporal; sentir que podemos realizar con total independencia actividades cotidianas básicas, porque tenemos fuerza y estamos ágiles; o ser capaces de movernos con una óptima amplitud y rango, entre otros, son ejemplos de ello. En este último caso queremos centrarnos hoy, por eso compartimos contigo 3 Ejercicios para trabajar la flexibilidad. ¡Toma nota!
Si te cuesta coger algo del suelo y debes flexionar mucho las rodillas, te duele la espalda al hacerlo o escuchas cómo crujen tus articulaciones… tal vez sea el momento de introducir de una forma continua los estiramientos en tu rutina diaria. Y es que un cuerpo flexible nos proporciona una mayor calidad de vida y bienestar, así es, ¿sabías que era tan importante? Te contamos más…
Beneficios de trabajar la flexibilidad
Algunos de los beneficios más importantes de trabajar la flexibilidad son los siguientes:
- Mejora de la postura corporal.
- Más comodidad a la hora de desempeñar los quehaceres cotidianos.
- Reduce la tensión muscular tras la práctica de un entrenamiento intenso.
- Aumenta el rango de movimiento en las articulaciones.
- Reduce el riesgo de sufrir lesiones y dolencias asociadas a una mala postura.
- Reducción de tensión física y mental y estrés, al proporcionar un estado de relajación al cuerpo.
- Mejora el rendimiento físico y potencia las habilidades físicas.
- Reduce el dolor articular al permitir unos movimientos menos forzados y más naturales.
- Reduce algunos efectos del envejecimiento con el paso de los años.
- Permite una rápida recuperación tras el entrenamiento.
Estas son solo algunas de las aportaciones positivas de dedicar un tiempo a trabajar la flexibilidad con frecuencia. Pero no lo decimos nosotros, tú mismo lo puedes comprobar realizando los siguientes ejercicios y observando cómo te sientes después. Apostamos a que una sensación de liberación, soltura y bienestar te invade.
Es cierto que muchas veces puede costar ejecutar algunos ejercicios, pero es importante que escuches a tu cuerpo y sepas dónde están los límites. No es lo mismo experimentar cierta resistencia propia del acortamiento de los músculos, a sentir dolor y exponernos a una lesión. Por ello, ve poco a poco, haciendo ejercicios menos exigentes y comprobando cómo responde tu cuerpo a ellos. Si eres constante, antes de que te des cuenta estarás comprobando en tu cuerpo los resultados de la disciplina al trabajar la flexibilidad.
3 Ejercicios para trabajar la flexibilidad
Lee atentamente, ayúdate de las imágenes y escucha tu cuerpo:
Flexión y extensión de la columna
En este ejercicio, vamos a trabajar la flexibilidad de la espalda mediante la flexión y extensión de la columna. Para ello, ponte en posición de cuadrupedia y revisa que tus rodillas estén alineadas con las caderas y las manos bajo los hombros. En esta posición inicial la pelvis está neutra.
- Toma aire y al exhalar activa glúteo y abdomen y ve basculando la pelvis.
- Redondea la columna vértebra a vértebra, llevando la mirada hacia tu ombligo. Siente cómo se redondea tu zona lumbar.
- Toma aire de nuevo y al exhalar realiza la extensión de la columna desde la pelvis, integrando vértebra a vértebra lentamente, elevando la mirada hacia el frente y sintiendo el estiramiento.
Repite 3-4 veces a un ritmo que te resulte cómodo, recupera la posición inicial y descansa.
Estiramiento de la mariposa
Vamos con un ejercicio que seguro que has realizado alguna vez y es genial para la apertura de caderas. Además de ayudar a aumentar la flexibilidad, trabaja la estabilidad y alineación de la columna.
- Siéntate, flexiona tus rodillas y junta las plantas de los pies frente a ti.
- Ahora coge los pies con las manos o pon estas sobre las rodillas con el fin de ejercer presión y trabajar la flexibilidad, tratando de que estas se encuentren lo más cerca posible del suelo.
- Ojo con tu espalda, no vale perder la colocación con el fin de bajar las rodillas. La espalda debe estar alargada, el cuello largo manteniendo en todo momento la distancia entre los hombros y las orejas.
Atiende a las sensaciones, muévete lentamente, sin brusquedad, y mantén la postura unos segundos. Si te cuesta mucho, puedes sentarte sobre un bloque para lograr una postura adecuada. Si, por el contrario, te resulta demasiado sencillo, túmbate llevando la espalda hacia el suelo sin deshacer la posición de las piernas; trabaja la zona lumbar intentando reducir el hueco que queda entre esta y el suelo.
Toca la punta de tus pies
La postura de la pinza en yoga es una de las más populares. Aprovecha que estás sentado para alargar las piernas frente a ti y juntar los pies.
- Alarga la espalda hacia arriba como si tiraran de un hilo desde tu cabeza.
- Toma aire y al exhalar ve bajando tu cuerpo con la intención de pegarlo a tus piernas. Según tu flexibilidad, podrás poner las manos sobre los dedos de los pies, en los talones o sobre las piernas, esto no debe preocuparte.
- La mirada va hacia tus piernas, manteniendo el cuello alineado con la columna.
Aguanta uno segundos y recupera la posición inicial. Es muy importante que aproveches cada exhalación para bajar un poco más, relajar los músculos y rebasar tus límites. Puede que al principio necesites flexionar las rodillas, ¡no hay problema! De nuevo, escucha tu cuerpo y valora la progresión.
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